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“ …supongo que en estas situaciones, todo el mundo reacciona como yo. Cagándose encima. Qué peste. No hay ventanas ni ventilación alguna, cómo no. Quedará flotando un buen rato. La peste. Me alegro por usted. Afortunadamente, a nadie le resulta del todo molesto el olor de su propia mierda. Tan repugnante que suele ser para los demás, ¿verdad? (pausa. Sonido de ventosidad) ¿Verdad? Casi se me escapa la risa, ja, ja. Si no fuera por el miedo que tengo. La risa es fruto de la ridiculización, denota bajeza y va acompañada de insensibilidad y de distanciamiento. Bergson. Míreme a mí: tengo miedo, luego cago. Cago y sin embargo me río. ¿Soy una insensible?¿Me he distanciado de mí misma? A la mierda Bergson. La mierda y la risa. El ser y la nada, jajaja. Sartre. Otra buena mierda. La náusea de la nada. Si hubiera estado aquí, la náusea se le habría convertido en descomposición, pura diarrea cien por cien empírica, como la mía, se lo aseguro…Usted fue alumno mío en la facultad…Un día me hizo una pregunta en mitad de la clase…algo así como cuál era la naturaleza de los “límites de una moral comunitaria”. Así lo dijo…Sí, sí. Cuáles son “los límites de una moral comunitaria”, qué risa…Usted no quería una respuesta filosófica. Quería una respuesta política. Buscarme las cosquillas…No sólo usted, claro. Todos los de su…grupo. No quería una respuesta filosófica y no le contesté. Los razonamientos que ustedes utilizan siempre me han parecido inmaduros. Moral comunitaria, jajaja. La moral no es un conjunto de reglas establecidas por un individuo, y menos aún por un conjunto de fanáticos retrógrados, es una disposición del ánimo. Kierkegaard. Bueno, lo de fanáticos retrógrados es mío. ¿Se acuerda de Kierkegaard? Él detestaba una palabra: “nosotros”. Yo también la detesto…. Ejecutan órdenes. Sólo eso. Para el bien común. Para su bien común. El de su gente, su pequeño grupo, pequeño pero poderoso. Un grupo con sus propias reglas. Si éstas implican matar, da igual. Sea como sea, jamás se mata a nadie del grupo y nadie mata en realidad. Mata el grupo. Usted sabe perfectamente que no es usted quien me mata. Usted no es nadie. Sólo su grupo es alguien. Acaba de decir “yo soy yo” y es mentira. No tiene yo. Usted no tiene yo. Sólo “nosotros”. Nuestro territorio, nuestra lucha, nuestra casa, nuestra lengua, nuestra cultura, nuestro aspecto, nuestro carácter…Nuestro, nuestro, nuestro…Pero, ¿quién es, dónde está, qué es “nosotros”?¿Qué rostro tiene?¿Cómo respira?¿Cómo habla?¿Cómo se mueve?¿Qué piensa?¿De qué color es su sangre? A mí esta palabra me resulta extraña. Terrible. De otro lugar. De otro tiempo… ¿Por qué no dice nada?...su lógica y la mía se encuentran en dos planos diferentes condenados a no encontrarse nunca, como dos líneas paralelas, sabemos que en el infinito se juntan, pero el infinito no se deja ver. Porque no existe.
El universo es limitado, no tiene infinito, empezó y acabará. Por lo tanto, me importa una mierda que teóricamente no haya líneas absolutamente paralelas, me importa una mierda la teoría, lo único que sé es que yo no las veré nunca juntas….”

(texto extraído de “La Sangre” de Sergi Belbel)

Otro día os compartiré otra parte de esta pieza, tan escatológica como la vida o conductas miserables...mientras, disponed de esta...