...dios le da bragas a quién no sabe llevar costuras

Me gusta saberme el cajón de la mesita de noche lleno de bragas. Me siento segura...no libre, pero si segura. Siempre debe haberlas fucsias, negras, visón, de licra, a rayas, con encaje, brasileñas, culottes, tanga, de algodón, elegantes, sin elástico, faja, divertidas, transparentes...Bragas de todo tipo, formas y colores...también las hay “Princesa” y princesas que enseñan las bragas...pero hay días que todo te oprime, y aprieta, y nada transpira. Se desajustan no por aquella ingesta de cerveza o vino del que a algunos suelta, ni por topar de bruces con el calendario y descubrirte en uno de esos días premenstruales, o peor, menstrual; y nada mas lejos de un sobrepeso causado por una vida o espíritu sedentario...Es aquí cuando te diriges al centro de salud nerviosa, asustada, y sin reconocerte. Es este el momento en el que tu médico tras una esmerada exploración, se cuida y te cuida en salud, y realiza esa pregunta de obligada y difícil respuesta -¿es usted alérgica a algo?...solo te conceden unos segundos para responder. A lo sumo un par de minutos, en los que esos ojos tan abiertos que de no ser por sus gafas parece tuviera que recogerlos de un momento a otro del recetario que tiene entre las manos. Tan clavados. No dan crédito... Entonces caes, descubres que sí, que siempre lo has engañado, que tienes alergias, que aquí estás hinchada como un globo a punto de reventar y que tu respuesta siempre fue no, que tu organismo se defiende reaccionando contra una inyección caducada de exámenes inaprobados, que la vacuna antídoto no está comercializada porque la sanidad pública no estima rentable acabar con esta pandemia... que esos virus rancios llenos de convencionalismo arcaico, y cordura, y pudor ajeno, costumbrismos infecciosos, lo llenan todo o casi todo y que aun queda un tramo hasta conseguir la inmunidad.

Que tranquila me quedo. Ya tenemos un diagnóstico. Una acción y reacción, únicamente queda acertar en el tratamiento.... Y entre tanta decencia redomada, me automedico -como hacéis la mayoría de vosotros en los primeros síntomas de un resfriado dándole al frenadol y a la aspirina-, prescindo de ellas... no es que me las quite, evito ponérmelas, renuncio. Porque para aquellos que crean, efectivamente dios le da bragas a quien no sabe llevar costuras... pero lejos de esa tímida ingratitud que esconde esta expresión al uso, es perceptible en quienes la sostienen una migaja de envidia o su poquita de frustación. Así, desenvolverse en los quehaceres cotidianos como pasear los pasillos del supermercado llenando el carro de productos que te colocan en los estantes mas bajos, mientras alguna de las empleadas intenta constatar que sus conjeturas son ciertas y de este modo vencer alguna apuesta que haga mas intenso o emocionante su día, resulta mas liviano.

No solo rehuso a ellas, como antídoto para quienes me rodean también me gusta comprar y regalar alas, no en compresas... alas de mariposa o de hada para que así se inventen la magia con qué vestirse cada mañana.

Besos de los que vuelan, pa mis hijas.