...Como perro sin amo.

Pasamos la vida intentando domesticar to lo que se nos pone por delante...hijos, padres, amigos, amantes...incluso a los animales... Porque nos olvidamos, a veces nos cuesta...

Hace un mes y poco más, en una conversación con una chica a quién acababa de conocer -no recuerdo su nombre pero si su rallado discurso concéntrico en torno a su perro, perra para ser mas concreta con el género, y su progresiva obsesión casi paranoica de retirarse de aquella improvisada fiesta cuando los alcoholímetros acechan y el resto de la tropa íbamos hasta la bandera...imagino que fue ese punto matrona que a veces me reverdece el que me obligaba a intentar hacerla entrar en razón. Claro que igual el mensaje resultaba demasiado bestia - le insistía en que sintiera como un animal, que pensara desde ella (perra)...¿qué podría resultar, que al día siguiente recogiera una meada del parquet?... reiteraba una y otra vez que su "laika" no mearía si ella, la chica, no estaba...que... Ingenua! y además domesticada. Ella, la chica.

Una vez estuve casada, y al igual que marido también tuve perro. Duco, el perro, no tenía pedigree -bueno, creo que mi entonces marido tampoco-, era un cruce entre pastor alemán y belga... siempre me ha gustado el mestizaje. Cuando llegó a casa, cachorro, éramos dos y me escogió a mí...Dos años después una mañana de agosto después de pasearlo, me fui para regresar tres días mas tarde. Cuando abrí la puerta de casa aquel doce de agosto, él (perro) salió a recibirme como acostumbraba, saltando hasta rebasar mi metro setenta y dos... descubrió que en mis manos traía una cría, humana... de un solo golpe se tumbó, encogió la cabeza, y sus orejas bajas y hacia atrás me gritaron "tengo miedo""¿y ahora qué?". Se la acerqué...y la olió, y la lamió... y cuando al cabo de las horas la reconoció, o me reconoció en ella, ó... determinó que yo dejaba de ser suya....

Que bueno mantener el instinto animal, el primario, dejarse conocer y reconocer desde los sentidos... escuchar nuestra piel; oler el tacto de alguien; chupar, lamer y reconocer el gusto propio y el ajeno; mirar y ver que más allá también hay...