Llego corriendo y entaconada a casa. Son las tres menos veinticinco de la tarde. Dispongo exactamente de ochenta y cinco minutos para quitarme los zapatos, ponerme el delantal, sacar la verdura y dos lenguados del frigorífico, hacerme la comida, poner la mesa, comer, recoger la mesa, la cocina, cepillarme los dientes, maquearme y tirar milla hasta llegar de nuevo a mi mesa de trabajo.
No me gusta el silencio de mi casa. Al llegar, después de descalzarme, corro a poner música o televisión. Dependiendo de la hora a la que entre. Llegar veinticinco minutos antes de las tres implica encender el televisor. Normalmente son Javier o mónica de Quatro con quienes empiezo el guisoteo. Al salir Manu Carreño y Manolo Lama en lo deportivo cambio a la primera. No es que no me interese el deporte, sencillamente me caen con el culo. Alguna de las niñas anoche debió ver telebasura. Telecinco ha quedado en la memoria del aparato.
Ya he cocinado cuarenta de los ochenta y cinco minutos. Le doy al interruptor. Quedan otros cuarenta para salir zumbando. Aparece un relamido y ahuecado (look) Pedro Piqueras. Hacía tiempo que no lo veía. Hoy no se me parece a Lluis Homar. Hablan del asesino de Marta del Castillo. Empiezo a comer ensalada. No llevo media cuando aparece Garzón en la pantalla. “El juzgador juzgado” o algo así dice el ahuecado. Empieza mal, me digo. Algo me sugiere que la redacción de la información que está dando acabará por inflamar mis ovarios. Abandono el lenguado desnudito, con el vientre y la raspa central al descubierto. Presto atención. Viene a informar de la declaración ante el supremo que este señor está haciendo por indagar los crímenes contra la humanidad cometidos por el franquismo en este país. “Los excesos del franquismo” dice piqueras…. ¿QUÉ?. ¿EXCESOS?. Hay que ser degenerados. Cínicos. Irresponsables. Encubridores. Sepultureros. Me cago en la madre que lo parió. Llama “excesos” al crimen, al asesinato, al exterminio que se hizo en este país no en tres, sino en TREINTA Y NUEVE jodidos, enmudecidos, y negros años. 27 de Septiembre del 75. En veinte minutos no estaré aquí. Enmudece otra madrugada más como aquel 5 de agosto. Carmen Barrero. Martina barroso. Blanca Brisac. Pilar Bueno. Julia Conesa. Adelina García. Elena gil. Virtudes gonzález. Ana lópez. Joaquina lópez. Dionisia manzanero. Victoria muñoz. Luisa Rodriguez de la fuente. Trece. Trece rosas. Doce minutos. Quzá el tiempo se mida en palabras. En las palabras que se dicen. Y en las que no se dicen. Palabras que engañan la ausencia pero señalan la distancia.
“(…)La primera vez que doña Celia fue al cementerio del Este, se repitió a sí misma que no volvería a hacerlo. Y fue llorando. Por Almudena lo hizo, porque doña Celia no tuvo la suerte de saber a tiempo que iban a fusilar a su hija. Ella no había podido darle sepultura, ni le había cerrado los ojos, ni le había lavado la cara para limpiarle la sangre antes de entregarla a la tierra. Almudena. Y por eso va todas las mañanas al cementerio del Este, y se esconde con su sobrina Isabel en un panteón hasta que dejan de oírse las descargas. Por eso corre después hacia los muertos, y corta con unas tijeras un trocito de tela de sus ropas y se los muestra a las mujeres que esperan en la puerta, las que han sabido a tiempo el día de sus muertos, para que algunas de ellas los reconozcan en aquellos retales pequeños y entren al cementerio. Y puedan cerrarles los ojos. Y les laven la cara.”
“El silencio hace su ronda y ronda la locura. Sobrevivir. Y ronda y ronda. No se lo vamos a poner tan fácil. No. (…) Y contar la historia, para que la locura no acompañe al silencio. Se levanta del suelo. Contar la historia. Se levanta y grita. Sobrevivir. Grita con todas sus fuerzas para ahuyentar el dolor. Resistir es vencer. Grita para llenar el silencio con la historia, con su historia, la suya. La historia de un dolor antiguo que ahoga el llanto de no haber podido despedirse”
(La voz dormida)
¿Acaso hay que descubrir la muerte en los ojos de quienes matan?. Grito. Excesos. Un minuto. Un segundo para evacuar alguna pus que mana de un absceso infeccioso que no deja de supurarme.
7 comentarios:
excesos, me río yo de esos excesos... ese es el gran problema de la derecha de este país... hasta que se hayan separado del franquismo y dejen de defenderlo y de llamar a los asesinatos excesos... no será una derecha europea, liberal e ilustrada... mientras sigan pensando que el franquismo fue solo un exceso y no una dictadura asesina este país no evolucionará... y no te hablo de la separación de la iglesia que luego me lapidan... y bastante tengo con llevar mi viudez y mi dolor... besos que lloran al leerte
Estupendo libro, La voz dormida.
Como ya has podido comprobar, hace poco descubrí a Manuel Chaves Nogales con su magnífica biografía de Juan Belmonte.
Pues este señor escribió bastantes libros, y los voy leyendo poquito a poco. Hasta ahora puedo recomendarlos todos: A sangre y fuego (sobre la Guerra Civil, escrito en el año 1937) y El maestro Juan Martínez que estaba allí (sobre la Revolución Rusa de 1917, escrito en 1934).
Y otro que me recomendaron como alternativa española a Vida y Destino: Incierta Gloria de Joan Sales. Éste es menos recomendable, pero tiene momentos magníficos.
Un beso
Básicamente, los estados democráticos de hoy son la evolución de los estados totalitarios de ayer, una evolución positiva pero joven aún, demasiado joven para ser valiente. Por esta razón es difícil que admitan la culpa por su pasado.
El gobierno Alemán de hoy continúa rehusando asumir la responsabilidad concerniente a las reclamaciones por los daños que causó en la república checa durante la última guerra mundial.
El gobierno italiano sabiamente evita hablar sobre el genocidio o las masacres cometidos por sus soldados en Yugoslavia, Grecia, o África.
En España llamamos excesos a los crímenes del franquismo.
Prefieren dibujar un velo de olvido en nombre de los supuestos ideales democráticos en común, la voz dormida, y la memoria a veces también.
EXCESOS...se resume así simple y llanamente a la tortura, el castigo, la cárcel, la muerte, el trabajo forzado, las armas, la mentira, la desgracia, la pobreza, el hambre, al hombre... que bien, que bien...y después de esto qué podemos esperar??
Desde luego yo no me voy a conformar con el silencio de las tierras que cubren las fosas comunes, ni del dolor que aún alberga en muchas personas que padecieron durante la Dictadura, no, yo quiero justicia.
Un beso que te reclama
Querida Rosana, muchas cosas me unen a ti, además de nuestro amor al pop, ahora también a "la voz dormida", a veces cuando transmites emociones estas mas cerca de un rock visceral, pero creo que es un "dreampop" lo que a veces pintas. Mil besos
Qué ganas de leer la novela...me la apunto. Espero que te sea la historia aún más cercana...crucemos los dedos. Muchos besos guapa.
Excesos... los excesos no son malos. Un exceso es salir un fin de semana y pasarte con todo y depués no recordar a quién te follaste. ESO ES UN EXCESO.
Matar personas, vidas... torturar, destrozar familias... que pasen 70 años y no saber dónde está enterrado tu padre fusilado... Prohibir la libertad en todo su ámbito... eso no es un exceso, eso es ser HIJO DE PUTA.
Y qué decir de la voz dormida... un libro que pone la piel de gallina de tanta verdad que no nos gustaría leer. Lloramos todos con él, seguro.
Un abrazo, amiga. Un abrazo que no entiende de medias tintas ni de excesos.
Ana.
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